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El estilo morisco, con cúpulas de arcos entrecruzados, ricos y refinados ornamentos de estuco y yeso moldeado, pintados y dorados, y con columnas de mármol, recuerda la elegancia de los alminares de Bagdad y Damasco, las torres de la Alhambra y el Alcázar de Sevilla, transportándole a tiempos y lugares remotos.
Gracias al mecenazgo de Cristoforo Benigno Crespi, el arquitecto Angelo Colla, que partió de un entorno inicial como ornamentador y decorador, tiene la oportunidad de poner de relieve sus mejores cualidades: Un romántico gusto escenográfico y una apasionada atención al detalle decorativo que le permiten en los últimos años de su carrera llevar a cabo una importante actividad como verdadero arquitecto independiente.
El arquitecto Colla realiza la Villa enriqueciéndola en cada rincón, desde el majestuoso vestíbulo con un espléndido suelo de mosaico florentino, a las paredes ornamentadas que terminan en el techo con un cielo estrellado al más puro estilo morisco, a las ventanas con incrustaciones de mil adornos y al maravilloso parqué de madera. Por último, el imponente minarete, referencia del estilo arquitectónico árabe, que se ha convertido en uno de los símbolos más reconocibles y emblemáticos del lago de Orta.